esta es mi vida en bogotá, la ciudad de siempre

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sábado, 7 de agosto de 2010

pasado

Bogotá, la ciudad de siempre, la aburrida y la excitante, la fría, la sorpresiva, la repetitiva, el lugar donde he vivido la mayor parte de mi vida, a veces disfrutándolo, a veces sin quererlo. Mi casa, mi taller, mi jaula, mi ciudad.

Empezaré a escribir sobre mi cotidianidad en esta ciudad. Escribiré sobre mis intimidades rutinarias dando vueltas por la ciudad, sobre lo que voy encontrando como artista joven. Espacios, personas, colectivos, movimientos...

Llegué hace dos meses de viaje. Estuve cinco meses por Europa y Marruecos. Tuve un tiempo para decidir si quedarme en Bogotá o irme a estudiar una maestría en artes, en Campinas, Brasil. Decidí quedarme ¿Por qué? Me lo he preguntado tantas veces. Tal vez por creer que esta vez podría cambiar la ciudad de siempre, que podría adueñarme de ella y volverla intensa por unos cuantos meses. Apenas llegué de viaje salí a buscar lo que la ciudad podría ofrecerme como artista. Estaba buscando un lugar para exponer mis esculturas. Fui a La peluquería, les gustó mi trabajo y me ofrecieron el espacio. de hecho la ciudad de siempre es el nombre de la exposición que haré en la peluquería el 19 de agosto.

Seguí buscando y encontré a Los invisibles, un grupo de artistas que tienen una revista y hacen eventos muy buena onda, Pedro y Alejandra me recibieron con muy buena energía después de ver mi trabajo. Fui luego a espacio 101 una galería subterránea en el centro de Bogotá, es un apartameto de dos piezas en el primer piso de un viejo edificio, que arrendó un grupo de artistas y donde organizan exposicines de artistas jóvenes y emergentes. Les pasé una propuesta y ya tenía donde presentar mi último libro La probabilidad de accidentes aéreos ha subido al 11%.

Eso fue como en dos semanas, todo muy rápido y muy fácil. Siempre me había quejado de que en Bogotá no había oportunidades para los artistas pero esta vez fue diferente, tal vez porque salí a buscarlo, quise tener la actitud que uno tiene cuando esta de viaje, cuando va a todas partes y pregunta y habla con cualquiera. Tal vez esa es la gran diferencia de estar en la ciudad de siempre, te hace ser la persona de siempre, la que va a los mismos lugares y habla con las mismas personas, pero cuando volví a Bogotá no quería regresar a ese lugar que tenía antes de irme. Salí a buscar la ciudad y la fui encontrando.

También encontré a un chico. Acá no pondré su nombre. Después de llegar de viaje y haber ido a Inglaterra porque me había enamorado de un chico colombiano que se habían ido para allá, y después de que las cosas no funcionaron con él, me sentía algo vulnerable pero a la vez con ganas de estar con alguien. Fue gracioso. Lo encontré por internet en una de esas páginas donde los homosexuales se meten para buscar otros homosexuales. Hablamos y yo le dije que esa tarde iba a ir al centro a una exposición, me dijo que él también, donde? me preguntó. Íbamos al mismo lugar, y el día anterior nos habíamos visto alli por unos minutos. La cita más fácil que he conseguido por internet. Teníamos muchas cosas en común y la historia empezó re rápido y muy intensamente. Desde el comienzo me dijo que había termiando una relación muy importante y que aún le afectaba. Nos veíamos casi todos los dias y pasabamos mucho tiempo juntos. Yo estaba muy contento y muy cómodo durmiendo junto a él, y la balanza se iba inclinando por quedarme en Bogotá.

Dos semanas después, justo el mismo dia en que tuve una exposición en el lanzamiento del colectivo Green Om en la Casa Cano, y que nos habían dado un jardín para intervenirlo junto con dos otros artistas, Pedro Jaramillo y Andrés Molina, después de clavar peinillas en el cesped y sentir que todo había salido muy bien, este chico me dice que quiere que sea su amigo, después de venirse conmigo a mi casa y dormir juntos, después de haberse metido a mi vida y a mi cama, me dice que le sigue afectando lo de su novio, que no quiere hacerme daño, y todas cosas que se dicen cuando uno quiere irse de una historia. Nos abrazamos y se fue. Tuve un día muy oscuro, esos dias en que el cielo gris paraece que se fuera a venir sobre la ciudad. Donde no hay ninguna esperanza. Un día de dolor. Casi me quedo encerrado en un transmilenio porque había tanta gente y no esperaron a que algunos saliéramos y yo gritaba desesperado, por favor déjenme salir, déjenme salir, a punto de echarme de llorar entre esa muchedumbre de regreso a su casa. Justo en esos momentos me estaba pensando por qué quería quedarme en esta inmunda ciudad, lluviosa y caótica. Me entró un miedo tremendo porque pensé que debería irme al Brasil y alejarme de este lugar tan nublado. Al otro día, al despertar, había un fuerte sol y me di cuenta que ya no me dolía más, no así de fuerte. Ese mismo día decidí quedarme en esta ciudad, un presentimiento, unos meses más.

1 comentario:

  1. Me gusta este testimonio en donde los muros de esa ciudad ausente y mojada no son infranqueables. Seguro que ese grito entre la muchedumbre es el arte que necesita estremecer! Mucha suerte en este viaje.

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