
Ayer estuve trabajando toda la tarde con Los invisibles en el montaje de la fiesta. El espacio era bacana, una casa vieja con un patio, balcones y una carpa de circo al fondo. Escribí frases deliciosas y las pegué en la pared. Saqué algunos afiches de la expo y me preocupé por hacer publicidad del evento. El espacio era bellísmo, luces, colores y dibujos por todo el lugar. Yo quería interactuar con las personas y propiciar sensaciones deliciosas. Al comienzo de la fiesta le pedí a las personas que escribieran en un papel algo que les gustara o que desearan sexualmente, que lo pusieran en un jarro de vidrio que tenía y que sacaran el secreto sexual de otro. Era divertido pero casi a nadie le gustaba lo que le salía. Luego pasé con una gran guanábana madura en una bandeja ofreciendola a las personas. era divertido ver la reacción de la gente frente a la enorme fruta, blanca y esparramada. Algunos la trataban con desprecio, otros la manoseaban sin verguenza. Fue una buena manera de interactuar con las personas y provocar sensaciones en ellos.
Luego, Mateo Rivano, una de las personas más interesantes que he conocido en este tiempo en Bogotá, artista, dibujante, dj, mezcló tropicalidades en la carpa y me quité poco a poco mi disfraz, que nunca tuvo título, y me puse a bailar.
Hombres bonitos y yo queriendo y sin querer, estaba en todas partes y en ninguna. Rodeado de personas y a la vez solo.
En fin, sí, fue delicioso.
la guanabana es mi fruta favorita...
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