esta es mi vida en bogotá, la ciudad de siempre

.

martes, 14 de junio de 2011

oasis: alucinante, alucinado

(Diciembre 2010) De pronto, apareció un chico que me invitó a bailar a su casa. Guillermo: bonito, 18 años, costeño, apasionado por las plantas de poder, es todo lo que diré. Puedo escribir sobre mi vida privada pero no sobre la de los demás. Yo seguí con mis planes de viaje y de repente estábamos viajando juntos hacia el desierto de la Tatacoa, caminado bajo un sol inclemente, y después flotando en una piscina alucinante, alucinada, en la mitad de la roca y la arena.

Luego fuimos a San agustín a visitar a un amigo que estaba viviendo en una vereda con su mujer y sus dos hijos. Así que con ellos y con Solene, una amiga francesa, nos la pasamos en plan rural canábico, caminando por el campo, con algunas visitas arqueológicas, también canábicas, buscando hongos mágicos y tomando Yajé en las montañas.

Descalzos, sin bañar y librando una dura batalla contra los piojos, se nos pasaban los días cocinando y comiendo, leyendo, viendo películas… También nos entregamos a la exploración de la repostería, canábica para variar, con algunos excesos en los ingredientes, no todos tan afortunados.

Así, mientras estaba acostado en una hamaca comiendo guayabas y frambuesas recién cogidas me preguntaba ¿Por qué diablos vivo en una ciudad como Bogotá? Empecé a ver con cierto desprecio algunas cosas de mi vida en la ciudad, como estar siempre apresurado, pendiente del correo y de facebook, rodeándome de algunos snobs que se dicen artistas, participando de algún modo en ese mundo donde hay que preocuparse por mejorar la apariencia y la hoja de vida… Me sentía tan bien en ese lugar de tiempo detenido con ese chico a mi lado, conociéndolo día tras día, simplemente viviendo sin mayores pretensiones. Estuvimos en aquel oasis existencial tres semanas antes de tener que regresar a Bogotá porque llegaba mi hermana y se venía la Navidad familiar.











foto: solene mehae

No hay comentarios:

Publicar un comentario