esta es mi vida en bogotá, la ciudad de siempre

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lunes, 19 de diciembre de 2011

la partida


[Agosto - Septiembre 2011]  Con la visa en mis manos mis planes imaginarios se convertían en algo real. Ahora los dos meses que restaban en Bogotá eran para ir empacando mi vida. Le había contado a muy pocas personas que me iba para España porque no quería que me pasara lo mismo que con Brasil que al final no salió, tal vez esperando una certeza mayor, pero esa certeza era la visa. Además siempre hay algo en mí que considera las posibilidades trágicas, como esos casos donde muy cerca de la felicidad algo pasa y de repente todo se viene abajo. Es ridículo pensar así pero me es inevitable. Más bien trataba de hacer todo lo que tenía que hacer para irme, dejar pasar el tiempo tratando de no estar tan ansioso hasta que llegara ese momento de estar sentado en el avión listo a despegar. 

En esos días empecé a sentir un leve dolor en la boca del estómago que fue creciendo y creciendo. Estaba seguro que la culpa era de unos antibióticos que había tenido que tomar semanas antes para una infección del oído que me había dado desde que me lancé a un pozo en mi viaje por la costa, tratando de vencer el miedo que siempre me ha dado lanzarme desde lo alto al agua. El hecho es que creí que era una señal para renunciar a la medicina tradicional y curarme de modos alternativos. Fui a tomar Yagé y me mejoré por unos días pero el dolor volvió. Empezaba a preocuparme pues nunca antes me había dado algo así. Una extraña sensación en la boca del estómago, como un vacío, como hambre, como una ansiedad que se convertía en dolor.

Una noche en casa, un viernes sin plan, revisé los resultados de la beca Jóvenes Talentos del ICETEX y estaba justo ahí en la lista de los ganadores. Era demasiado increíble. Me había ganado mucho dinero, para irme a estudiar a España. Entre mi dolor de estómago y la euforia  gritaba solo en mi apartamento, fumado, emocionado. Se me había arreglado la vida de un momento a otro, adiós preocupaciones económicas por un tiempo, dejaba de ser un inmigrante necesitado y obligadamente guerrero para poder irme más tranquila y cómodamente. Era un premio a mi persistencia en el arte, a la terquedad y a la autogestión. La única condición era tener que regresar al país al terminar el Máster a hacer unos talleres de dos meses en Casa Tres Patios en Medellín que era la institución que me había respaldado. Genial.

Ese premio lo cambió todo. A los primeros que les conté fue a mis padres. Dejé de ser un vago mantenido y sin futuro a un artista joven talento con dinero. Las tablas, las latas y los muñecos de plástico que estaban por la casa de repente dejaban de ser simple basura para convertirse en obras de arte. Todo cambia cuando eres reconocido públicamente. Te da mucha confianza en tu trabajo y cierta autoridad frente a los demás. Me convertía en un artista certificado por una institución del gobierno. Fuimos con mi mamá a la premiación hecha por el ICETEX, y fue realmente emotivo, además que, aunque mis padres me han apoyado todo este tiempo, nunca han entendido muy bien lo que hago. Pude darle a mi mamá la oportunidad de que se sintiera orgullosa de mi, algo difícil de lograr. Le cambié esta ceremonia por mi grado de bachiller de un colegio falso y el no haber alcanzado a llegar a mi propia graduación en la universidad. Luego fuimos con unos amigos a tomar unas cervezas, y allí estaba mi mamá, entre nosotros, participando como nunca antes de mi vida. 

En esos días me escogieron para dar una charla en el programa Artista en Diálogo organizado por Pâramus. Fue muy especial porque precisamente se trataba de contar mi historia como artista, de cómo comencé haciendo ensamblajes en casa con objetos cotidianos, sobre las exposiciones que organizaba y a las que iban 20 personas, y cómo poco a poco todo fue creciendo, el desarrollo de mi trabajo y las exposiciones en varias partes del mundo, hasta terminar en un final feliz que era haberme ganado la beca y estar a punto de irme a España. Todo justo en ese momento.  http://www.eparamus.org/sitio/programa-de-artistas-en-dialogo.html

Al mismo tiempo estaba abierta la convocatoria de arte joven en El nogal, y leyendo los requisitos decía que sólo podrían participar estudiantes o egresados de artes o afines. Indignado escribí a las organizadoras. No era la primera vez que veía algo así en una convocatoria, es que ¿Acaso los estudiantes de artes son los únicos artistas?  Aunque me dijeron que podía participar estaba tan indignado y me parecía tan ridícula su regla que pensé en que era una buena oportunidad para generar algo de polémica al respecto. Lo que hice fue dibujar fielmente mi diploma de graduación, cambiarle Profesional de Estudios Literarios por Maestro en Artes Plásticas y presentarlo como obra al Salón del Nogal y escribir un artículo sobre todo el asunto en Esferapública. http://esferapublica.org/nfblog/?p=19087 Mucha gente leyó el artículo, algunos me criticaron, otros me apoyaron, El Nogal nunca se pronunció, y finalmente no aceptaron la obra, como  era de esperarse, pero fue mucho mejor exponer en esfera pública que en el Nogal.  Realmente fue divertido.

Mientras tanto tuve que hacerme una endoscopia para ver qué diablos tenía en el estómago: una úlcera y una bacteria llamada E. Pylori. La doctora me explicaba que el 80% de las personas la tienen pero al 20% nos reacciona de una forma negativa y que probablemente podía ser un problema hereditario. Nuevamente un tratamiento con medicamentos químicos para sacar ese bicho de mí. La piedra en el zapato de un momento casi perfecto. Pero por lo menos ya sabía qué me estaba sucediendo.

Como estaba viviendo solo en el apartamento, al irme, no se sabía qué pasaría con él, si mis papás lo venderían o lo arrendarían, por lo que tuve guardar en dos cajas todos los tesoros que no podía llevar conmigo y regalar el resto a mis amigos. Fue bueno, aunque no tan fácil, desprenderme de tantos objetos. Se cerraba ese lugar donde había vivido por tanto tiempo y algo en mi se alegraba por ello, por perder esa quieta comodidad. Ahora iba a comenzar una vida más nómada, más inestable y a la vez más emocionane. 

Así fui despidiéndome de todo y de todos. Decirle adiós a mis amigos, que siempre es lo más difícil. Lo más emotivo, alegre y triste. Abrazar y desear lo mejor. El momento de decir esas palabras que nunca dices. Despedirse de la familia y saber que también cuentas con ellos. Despedirse de toda una vida, de tus espacios, hábitos, de tus costumbres. Me despedí de mis papás en el aeropuerto, sentimental, gracias, gracias por su ayuda, los quiero un montón, y  entre nervioso, melancólico y emocionado entré a la zona de emigración. Cuando estaba haciendo la fila donde sellan el pasaporte de salida me di cuenta que los documentos que tenía que llevar para la universidad y para todo el asunto de inmigración, no los tenía. Los había dejado en la máquina donde le ponen el plástico a las maletas. Corrí sin querer pensar en que lo que podría suceder si no encontraba la carpeta pero por fortuna un chico los había guardado. Al borde de una tragedia burocrática me subí  al avión. Hablé bastante tiempo con Guillermo mi ex novio a quien también quería agradecerle por lo que habíamos vivimos juntos. El avión comenzó a despegar y yo sin entender realmente lo que estaba sucediendo, lo que ese momento significaba para mí. La vida se me partía en dos.              

miércoles, 23 de noviembre de 2011

el consulado español

                          

[Julio - Agosto 2011] En el internet del pueblo de Palomino en la Guajira, vi que no me había ganado la convocatoria de Bogotá tiene Talento y que tampoco mi solicitud había sido aceptada para Colfuturo. De 2000 egresados aceptaron 1000 y yo no estaba entre ellos. Hay tantos mejores que yo, pensé en ese momento. El viaje se terminaba. Necesitaba dinero para irme a España y el último recurso era pedir un préstamo al ICETEX, algo incómodo, una carga, pero mi padre me apoyaba. Tuve que empezar el proceso desde Santa Marta, acampé en Taganga con los artesanos y en el día me fui a hacer los papeleos y a hacer fila en el banco en pantaloneta. Pasé dos días en Minga, un paraíso de sierra y me regresé a Bogotá. Aprobaron el crédito y me dediqué entonces a conseguir los papeles para pedir la visa. Uno de las torturas por ser colombiano. Demostrar que eres una persona decente con dinero suficiente para que te dejen entrar en otro país. Afortunadamente mi papá es lo suficientemente decente para que me dejen entrar a otros países, lo certifica el banco, porque si fuera por mí simplemente no podría pedir una visa. Ya me había enterado de que pedir visa en el consulado de España era toda una hazaña, pero preferí pensar que la gente exageraba. Busque artículos al respecto y leí que la gente tenía que pasar la noche, acampar frente a la embajada, para poder pedir un turno al día siguiente. Sólo daban 200 y ya. ¿Cómo es posible que un consulado haga eso? Y claro, los colombianos no nos quedábamos atrás y ya había toda una mafia de venta de turnos que lo dificultaba todo aún más. El cónsul como si no le importara el asunto no respondía a los medios.  Fui al consulado y hablé con el portero quien me dijo que si quería un turno tenía que llegar a las 10 de la noche del día anterior. Me preguntaba cómo acampar frente al consulado y al otro día parecer una persona decente. Una amiga danesa me prestó su equipo de camping que se enrollaba todo en una maleta y me fui fumado a luchar por un turno. Cuando llegué no había nadie haciendo la fila sólo unos policías y una gente acampando en una esquina. Desde ese día la fila en camping estaba prohibida. Ese justo día el sistema había cambiado y nadie sabía qué iba a pasar. Me puse a hablar con la gente y había una chica que esa era la cuarta vez que iba a intentar conseguir un turno. Pensé que ese era el comienzo de un largo proceso, como una novela de Kafka, donde K intenta salir de Colombia.

Fue una experiencia muy interesante, entrar a ese mundo subterráneo, absurdo, de tramitadores e inmigrantes ilegales. Hubiera sido más divertido aún si mi futuro no estuviera tan comprometido en esa absurdidad. El portero me revisó los papeles y me dio un turno para que volviera a las 5 de la mañana, estuve tentado a quedarme más pero me fui a casa y regresé a esa hora. El trato era despectivo. Éramos muchos los que queríamos una visa. Preguntarse en ese momento por qué aguantábamos todo eso no ayudaba para nada. Nos pidieron que apagáramos los celulares, una persona luego recibió una llamada y un vigilante colombiano lo sacó de la fila y le quitó el turno, gritándole que si no hacía caso en Colombia mucho menos lo haría en España. Indignante. Ansioso y nervioso esperé mi turno. Una mujer me recibió, empezó a ver mis papeles y me dijo que la carta de la universidad no era suficientemente específica que volviera cuando la consiguiera, siguiente! Me quedé ahí parado, sin comprender, y al final tuve que irme a casa derrotado.  

Me enviaron la carta de la Universidad con las correcciones y regresé al consulado. Esta vez no tuve que trasnochar, sólo llegar a las 5 de la mañana y ahí si me recibieron los papeles. Me quité esa gran carga de encima, había hecho todo lo que dependía de mí y ahora sólo quedaba esperar. Dos semanas después timbraron al apartamento y un hombre en moto me entregó mi pasaporte con la visa española.

lunes, 31 de octubre de 2011

Movimiento: mientras en la ciudad llovía



[Marzo – Julio 2011] Durante la mala racha en Bogotá a comienzos de este año, la verdad no quería escribir en este blog. ¿Qué iría a contar? ¿Mis fracasos y mis miedos? ¿Exponerlos ante los demás contando que las cosas no estaban resultando? El escribir un blog sobre mi vida personal ha sido un trabajo que me ha cuestionado bastante sobre la imagen que pretendo tener frente a los demás, lo que digo y lo que callo, lo sincero y lo farsante. Ya luego cuando las cosas fueron mejorando y ya había algo digno por contar, entonces ahí sí regresé a él. Con el tiempo me fui atrasando en los acontecimientos y así fue como llegué ahora en Octubre a escribir sobre lo que me estaba pasando en Marzo. Esta distancia se ha tornado interesante ya que me ha permitido hablar de mí mismo sin estar involucrado íntimamente con eso que narro, es el pasado y ya no soy yo, es el que fui. Así es más fácil hablar de una crisis o del fracaso, porque puedes verlo desde arriba comprendiendo de algún modo lo que pasó, entendiendo cómo se fue avanzando por ese camino hasta el presente.

Así entonces, una mañana de Marzo, empiyamado, con el corazón en la mano, revisé mi aplicación para la Universidad en Madrid. La verdad no tenía tantas esperanzas. Las posibilidades parecían pocas, pero ahí decía simplemente: admitido. ¡Sí! De repente tenía futuro. Tenía un lugar a dónde ir. Un nuevo destino. La posibilidad de estudiar una maestría práctica en artes, lo que siempre había deseado, además en un país donde hablan español, lo que me permitiría mostrar mi trabajo como escritor y no sólo como artista visual.  Mi papá en vez de alegrarse se asustó un poco. Eso allá está bien complicado, me dijo. Yo le repetía que yo haría lo imposible por no gastar tanto y por conseguir un trabajo, sin tener idea cuál era la situación en España. Siempre he sido muy recursivo viajando, además siendo aceptado a una universidad en el exterior ya podía presentarme a varias becas y ayudas. Este era el primero y el más importante de los pasos de un largo proceso para irme a estudiar a otro país. No le contaría a nadie hasta que fuera una realidad. El máster comenzaba en Octubre así que me quedaban unos meses en Bogotá, ya no de encierro sino de tránsito. Empecé a informarme sobre la situación de España y sí, la cosa se veía muy complicada. La gente hacía protestas en las plazas. El 40% de los jóvenes no tenían trabajo. ¿Pero qué podía hacer? Era ridículo renunciar sin intentarlo. Me presenté a dos becas (La del Banco de la República, aunque sabía que no me la ganaría y a la del ICETEX, Artistas Jóvenes Talentos). También a Colfuturo. Estaba apuntando en todas las direcciones posibles.
Por otra parte Bogotá iba despertando poco a poco. Un día me encontré con el artista Antonio Caro, que me invitó a hacer parte de un evento que quería hacer en La peluquería alrededor del uso de la fotocopia. Nos citamos dos veces y no apareció. Así fue como se me ocurrió que entonces podíamos hacer una feria de publicaciones independientes. La idea fue creciendo y junto con Melisa, quien dirige La peluquería, creamos La Publicatoria. Una muestra de publicaciones independientes que incluía feria y conversatorios. Un evento necesario para la ciudad que podía llegar a crecer enormemente (link). Abril fue un mes de empezar más proyectos. Me presenté a Bogotá tiene talento para hacer una expo alrededor de la idea de un posible terremoto en Bogotá, en La agencia. Fuimos seleccionados junto con Guillermo, para exponer en el Parqueadero en una exposición organizada por Páramus llamada Zietgeist 2210 sobre el posible devenir de este territorio, hoy Colombia, en 200 años. Recuerdo que entre el terremoto de Bogotá y el futuro apocalíptico que pensaba trabajar para Zeitgeist pasé por días sombríos y algo angustiosos. También me metí a hacer un taller de gráfica con Taller 18, un grupo de artistas de la Javeriana, en Mapa Teatro. Así nació otro proyecto: perrosinverguenza, una editorial de bajo presupuesto para publicar nuevos autores, nuestro primer libro: Perico, una antología de cuento corto colombiano. En Bogotá no dejaba de llover y todos los días parecían el comienzo del fin. La ciudad estaba imposible, gris y apocalíptica, pero por lo menos ya había encontrado qué hacer.         

Todo reventó en Mayo. El 10 Se inauguró Zeitgeist 2210 en el Parqueadero. Lo interesante de esta exposición era que las obras se iban haciendo a medida de que iba avanzando la exposición. Nosotros hicimos una línea de tiempo donde junto con los visitantes íbamos escribiendo o dibujando qué podría pasar en Colombia en el futuro. (http://alexanderrios.wordpress.com/2011/09/18/zeitgeist-2210/) El 12 inauguramos La publicatoria con 100 publicaciones expuestas (http://alexanderrios.wordpress.com/2011/07/31/publicatoria-2011/)  Al mismo tiempo expuse en la feria del libro en el Pabellón de libro de artista del taller Arte Dos Gráfico, un libro único que fue vendido a la Universidad de Brown en Estados Unidos (http://alexanderrios.wordpress.com/2011/06/13/11/) La feria de La Publicatoria fue el sábado 14 y realmente la logramos. (http://alexanderrios.wordpress.com/2011/07/31/feria-publicatoria-2011/) Así fui conociendo algunos proyectos muy interesantes como La revista Matera, varios fanzines de Chirrete, Die Young de Cali y un montón de publicaciones independientes. Después entonces nos inventamos con los de Taller 18 otra muestra de publicaciones para lanzar Perico en mapa Teatro (http://alexanderrios.wordpress.com/2011/09/23/perico/) Era muy interesante poder reunir a la gente alrededor de los impresos y darle más vida a estos proyectos que les falta todavía bastante difusión en Bogotá. Bien, en verdad que estaban sucediendo cosas en mi ciudad.

Mientras tanto la relación con mi novio se fue desgastando, cada uno estaba más pendiente de sus cosas y la ciudad se reducía a los mismos lugares comunes. Exponer juntos en vez de acercarnos nos alejó. Cada uno con sus afanes y sus intereses propios. Lo intentamos varias veces pero tuvimos que ser sinceros y aceptar que no estaba funcionando más.

Se empezaba a cerrar un ciclo en la ciudad. Hacía tiempo estaba buscando el momento para salir de Bogotá. Me fui volando hacia Santa marta y La Guajira, al frente del mar, a escribir, a leer, a mirar la línea de horizonte. Estuve casi un mes acampando en lugares soñados, ríos, cascadas, montañas y playas. Me iba satisfecho de Bogotá sintiendo que había hecho algo valioso en ese tiempo y sabiendo que el viaje era un tiempo de descanso antes de los trámites que quedaban pendientes en la ciudad.  
   

sábado, 24 de septiembre de 2011

crisis

[Enero - Febrero 2011] Fue una época muy dura. Me sentía encerrado en Bogotá sin ningún futuro. Quería irme a donde fuera pero no en un viaje aventurero para tener que regresar en unos meses sin nada. Lo único que tenía en Bogotá era Guillermo, lo único que me alentaba. Era como un refugio donde poder estar lejos de tanta inseguridad en mi vida. Por la ciudad me encontraba con personas que me preguntaban que cuándo me iba para el Brasil, cuando les decía que ya no me iba parecía como si los hubiera defraudado. No era fácil. Necesitaba un nuevo norte, comenzar de cero los tantos trámites para poderme ir del país. ¿A dónde? Pensé que lo que debía hacer era ir a Londres a intentarlo todo, ya había estado allá y sabía que podía contar con la ayuda de varios amigos. El plan era irme a estudiar inglés para tener la visa e intentarlo todo con el arte. Por fortuna siempre he contado con el apoyo económico de mi padre. Lo que necesitaba era demostrar veinte millones en una cuenta por tres meses, y justo en esos días a mi padre se le vencía un CDT. El curso costaba dos millones por seis meses que no es tan caro para ser Londres y estando allá podría trabajar, o vivir con unos ocupas, y no gastar tanto. Iría a probar suerte.

Así mismo mientras adelantaba ese trámite me presenté a cuanta residencia para artistas encontraba. Una en Korea, otra en Argentina y otra en Holanda. También hice una lista de universidades dónde presentarme para estudiar en el 2012. Encontré una maestría en la Universidad Complutense de Madrid, pero quedaban pocos días para el primer cierre de inscripciones. ¿España? ¿Por qué no? El máster costaba casi 5 millones, por un año, más barato de lo que cuesta un semestre en una universidad colombiana. Corrí, mandé los papeles, y hasta el último día de plazo pude inscribirme. Me alegraba tener esa nueva esperanza aunque en el blog del Máster decía que el año pasado se habían presentado más de trescientas personas, que pasaban 70, y que preferiblemente se escogían a estudiantes graduados en artes. No quedaba más que intentarlo.    
            
Por otra parte mi trabajo artístico estaba estancado. No tenía ganas de crear. Tampoco tenía ganas de exponer. No valía la pena, además en Febrero la ciudad estaba todavía muy quieta. A lo único que me pude aferrar fue a mi novela. Escribía todas las mañanas y eso me daba cierta tranquilidad, una sensación de futuro que tanto necesitaba en ese momento.

Me llamaron de Korea y no entendí muy bien lo que me decían, algo del formulario y de fechas. Respondí en mi inglés defectuoso, pero no volvieron a llamar. Para la residencia en Argentina los mismos artistas participantes teníamos que votar entre nosotros. Aparte de no salir seleccionado aparecí en un puesto mediocre. Todo esto me hacía cuestionarme sobre mi trabajo artístico. Creía que ya había adelantado un camino importante en las artes visuales pero entonces varias cosas me decían que no, que me faltaba mucho todavía. Me sentí perdido, desilusionado. Realmente fue una época dura.    

martes, 30 de agosto de 2011

nuevo año, nuevo norte

(Diciembre 2010) Dos días después de navidad salieron los resultados de la beca PEC-PG para estudiar en Brasil. Revisé mil veces y mi nombre no aparecía. Maldición, no podía creerlo. En verdad pensé que me la iban a dar. Todo tenía tanto sentido, haberme quedado en Bogotá porque luego me esperaba algo mejor, pero de repente ya no, así tan vulgarmente, revisando una lista de afortunados donde yo no estaba. En medio de la crisis existencial que eso me causó, con tantas ideas sobre mi carrera, la mediocridad, el fracaso, y todo eso, me fui para Barranquilla a pasar fin de año con Guillermo. Me escapé de Bogotá, me despedí de mi hermana y me tomé un bus hacia la costa, escapando de cualquier desastre emocional. Afortunadamente tenía un plan B: Campinas, la oportunidad que había aplazado dos veces, Maestría en Artes Visuales, gratis. Compré un tiquete a Leticia para Enero pues quería atravesar el Amazonas y el nordeste del Brasil para llegar a Campinas. Me aferré con ánimo a mi nuevo norte.

Luego de 18 horas de viaje llegué a Barranquilla a ver a Guille. Me quedé en Puerto Colombia cerca de la playa. Tenía mar y suficiente tiempo para creer que todo saldría bien. La historia con Guille seguía muy intensa, de nuevo viajando cerca de él y conociendo su mundo en esa ciudad. De repente Barranquilla era el centro del fin de año. El 31 fuimos a una fiesta en la playa que intentó arruinar la cantante de Bomba Stereo con un ritmo electro-prepotente, pero que por fortuna los ácidos y el mar salvaron maravillosamente. Tuvimos un amanecer lento e irreal. Guille y su hermana comenzaban a aparecer coloreados sobre un mar azul grisáceo. Yo había dejado la cámara en casa y neurótico me la pasé lamentándolo. ¿Sería un mal año para la fotografía? No sé, lo único cierto es que el nuevo año había llegado y era demasiado brillante.

El dos mil once también comenzaba con cierta incertidumbre. Las cosas iban muy bien con Guille y era difícil imaginarnos lejos de repente. ¿Y si nos vamos de viaje por Suramérica unos meses? Cada uno de debería aplazar su universidad y juntos entregarnos al presente aventurero en el nordeste del Brasil. Lo pensé mucho, estuve de un lado y del otro y hasta llegué a pensar que debíamos irnos de viaje. Al final tomamos el camino más seguro, el “correcto” yendo cada uno hacia su universidad y hacia un futuro más arreglado. Luego de un fin de semana en Palomino, regresamos a Bogotá juntos a vivir nuestras últimas semanas en la ciudad.

miércoles, 15 de junio de 2011

mi hermana la trapecista


(Diciembre 2010) Mi hermana había llegado a Bogotá después de estar siete meses trabajando en un crucero en Australia. Siempre me ha gustado contar su historia. Estudió ingeniería electrónica en la Javeriana y cuando estaba terminando nos fuimos de viaje y conocimos a una gente que hacía circo. Ella se hizo amiga de ellos y empezó a aprender algunas técnicas básicas. Así empezó a apasionarse cada vez más por el circo. Fueron tiempos difíciles, de mucha duda y muchas presiones, pero poco a poco se fue alejando de la carrera. Finalmente se graduó en un último esfuerzo y se fue a Cali a estudiar en Circo para todos, sin hacerle caso a lo que todos le decían, que el circo no da dinero, que cómo iba a dañar así su futuro. Se convirtió en trapecista y con su compañero de circo Oscar Rojas se inventaron un trapecio – bicicleta increíble, le salieron algunas giras por Europa y luego le salió un trabajo en ese crucero en Australia donde ganaba más que un ingeniero. Es difícil describir lo que siento cuando la veo allá arriba soltándose y agarrándose de cualquier extremidad.

Andrea llegaba a Bogotá como la heroína de la familia para estar con nosotros unos días antes de irse para Italia. Llegué a Bogotá ansioso por verla pues siempre hemos sido muy cercanos. Nos fuimos a Paipa a pasar una Navidad calmada con mis padres. Era inevitable no compararme con mi hermana. Algunos familiares nos invitaban a almorzar y todo giraba alrededor de ella, me hacían a un lado y se ponían a hablar sobre las costumbres de los italianos. ¿Qué tanto estaba haciendo yo? ¿y mis viajes? Bueno igual me iba para el Brasil y todavía seguía esperando la respuesta de la beca para ver si me iba a Rio de Janeiro.

Acá un video:

martes, 14 de junio de 2011

oasis: alucinante, alucinado

(Diciembre 2010) De pronto, apareció un chico que me invitó a bailar a su casa. Guillermo: bonito, 18 años, costeño, apasionado por las plantas de poder, es todo lo que diré. Puedo escribir sobre mi vida privada pero no sobre la de los demás. Yo seguí con mis planes de viaje y de repente estábamos viajando juntos hacia el desierto de la Tatacoa, caminado bajo un sol inclemente, y después flotando en una piscina alucinante, alucinada, en la mitad de la roca y la arena.

Luego fuimos a San agustín a visitar a un amigo que estaba viviendo en una vereda con su mujer y sus dos hijos. Así que con ellos y con Solene, una amiga francesa, nos la pasamos en plan rural canábico, caminando por el campo, con algunas visitas arqueológicas, también canábicas, buscando hongos mágicos y tomando Yajé en las montañas.

Descalzos, sin bañar y librando una dura batalla contra los piojos, se nos pasaban los días cocinando y comiendo, leyendo, viendo películas… También nos entregamos a la exploración de la repostería, canábica para variar, con algunos excesos en los ingredientes, no todos tan afortunados.

Así, mientras estaba acostado en una hamaca comiendo guayabas y frambuesas recién cogidas me preguntaba ¿Por qué diablos vivo en una ciudad como Bogotá? Empecé a ver con cierto desprecio algunas cosas de mi vida en la ciudad, como estar siempre apresurado, pendiente del correo y de facebook, rodeándome de algunos snobs que se dicen artistas, participando de algún modo en ese mundo donde hay que preocuparse por mejorar la apariencia y la hoja de vida… Me sentía tan bien en ese lugar de tiempo detenido con ese chico a mi lado, conociéndolo día tras día, simplemente viviendo sin mayores pretensiones. Estuvimos en aquel oasis existencial tres semanas antes de tener que regresar a Bogotá porque llegaba mi hermana y se venía la Navidad familiar.











foto: solene mehae

lunes, 13 de junio de 2011

ciudad ingrata


Hace mucho no escribía en este blog. Me quedé en noviembre del año pasado. Creo que dejé de escribir cuando perdí la fe en Bogotá. Cuando poco a poco volvía a ser la de siempre, esa ciudad indiferente y lluviosa. Cuando empecé a quererme ir, otra vez.

En noviembre, después de cuatro meses de exposiciones, de mostrar mi trabajo, después de dar mi tiempo y mi energía a la ciudad la verdad no me había quedado tanto. Estaba algo desilusionado. Después de tanto movimiento y de conocer tanta gente, me sentí solo y aburrido. Personas que consideré amigos al parecer nunca lo fueron. Sentía que no había más para mí en esta ciudad, que Bogotá no me había correspondido. Ciudad ingrata. ¿Qué esperabas Alexander? ¿Vender obras chatarra? ¿Volverte el centro de atención? Bueno por lo menos me había quedado millón y medio de un premio de la Barrio Bienal, lo suficiente para irme de la ciudad y viajar un tiempo.

En junio, cuando llegué de viaje por Europa y Marruecos, tenía la oportunidad de irme al Brasil, a Campinas, a estudiar una maestría en artes en la UNICAMP donde ya me habían aceptado. Lo había aplazado una primera vez para irme de viaje y cuando llegué a Bogotá todo iba resultando tan bien con mi arte, tenía varios lugares para exponer y varios proyectos por hacer, que decidí aplazar un vez más la maestría por unos meses e intentarlo todo en la ciudad. La verdad es que me gustaba la idea de estudiar artes en el Brasil pero no me convencía tanto irme a Campinas. Luego, en octubre me presenté a la UFRJ para estudiar una maestría en artes en Rio de Janeiro, el gran sueño. Me aceptaron pero con la condición de que sólo podría estudiar allí si me ganaba una beca PEC-PG del gobierno brasilero. Apliqué y tenía que esperar los resultados hasta diciembre. Creí que todo tenía sentido y que me había quedado en Bogotá para irme a estudiar a Rio becado y todo.

Así que sólo quedaba esperar, mientras, podría irme de viaje a algún lugar de Colombia huyendo de la ciudad. Primero tenía que cerrar varias cosas en Bogotá para poder irme tranquilo. En esa época fueron apareciendo algunos hombres por internet atraídos por unas fotos sin camiseta. De repente me iba bien en el mundo virtual gay. Entretenimiento básico. Si muestras algo de piel te mostrarán el deseo de tener sexo contigo. Sin compromisos. Pero yo no buscaba tirar y ya, aunque era tentador, yo decía: primero un encuentro, una cerveza y ahí veremos. Es fácil caer en el pozo superficial cuando se disfruta. Aparecieron varios chicos bonitos y a la vez interesantes enredando un poco las cosas.