esta es mi vida en bogotá, la ciudad de siempre

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martes, 30 de agosto de 2011

nuevo año, nuevo norte

(Diciembre 2010) Dos días después de navidad salieron los resultados de la beca PEC-PG para estudiar en Brasil. Revisé mil veces y mi nombre no aparecía. Maldición, no podía creerlo. En verdad pensé que me la iban a dar. Todo tenía tanto sentido, haberme quedado en Bogotá porque luego me esperaba algo mejor, pero de repente ya no, así tan vulgarmente, revisando una lista de afortunados donde yo no estaba. En medio de la crisis existencial que eso me causó, con tantas ideas sobre mi carrera, la mediocridad, el fracaso, y todo eso, me fui para Barranquilla a pasar fin de año con Guillermo. Me escapé de Bogotá, me despedí de mi hermana y me tomé un bus hacia la costa, escapando de cualquier desastre emocional. Afortunadamente tenía un plan B: Campinas, la oportunidad que había aplazado dos veces, Maestría en Artes Visuales, gratis. Compré un tiquete a Leticia para Enero pues quería atravesar el Amazonas y el nordeste del Brasil para llegar a Campinas. Me aferré con ánimo a mi nuevo norte.

Luego de 18 horas de viaje llegué a Barranquilla a ver a Guille. Me quedé en Puerto Colombia cerca de la playa. Tenía mar y suficiente tiempo para creer que todo saldría bien. La historia con Guille seguía muy intensa, de nuevo viajando cerca de él y conociendo su mundo en esa ciudad. De repente Barranquilla era el centro del fin de año. El 31 fuimos a una fiesta en la playa que intentó arruinar la cantante de Bomba Stereo con un ritmo electro-prepotente, pero que por fortuna los ácidos y el mar salvaron maravillosamente. Tuvimos un amanecer lento e irreal. Guille y su hermana comenzaban a aparecer coloreados sobre un mar azul grisáceo. Yo había dejado la cámara en casa y neurótico me la pasé lamentándolo. ¿Sería un mal año para la fotografía? No sé, lo único cierto es que el nuevo año había llegado y era demasiado brillante.

El dos mil once también comenzaba con cierta incertidumbre. Las cosas iban muy bien con Guille y era difícil imaginarnos lejos de repente. ¿Y si nos vamos de viaje por Suramérica unos meses? Cada uno de debería aplazar su universidad y juntos entregarnos al presente aventurero en el nordeste del Brasil. Lo pensé mucho, estuve de un lado y del otro y hasta llegué a pensar que debíamos irnos de viaje. Al final tomamos el camino más seguro, el “correcto” yendo cada uno hacia su universidad y hacia un futuro más arreglado. Luego de un fin de semana en Palomino, regresamos a Bogotá juntos a vivir nuestras últimas semanas en la ciudad.