esta es mi vida en bogotá, la ciudad de siempre

.

lunes, 13 de septiembre de 2010

tranquilo taita que yo soy el loco amable


El fin de semana pasado tome yagé. Otra vez, donde unos amigos que truequearon una casa en sopó. era un parche diverso, gente mayor, jóvenes, unos españoles, el taita un indígena gordo muy buena onda con buen sentido del humor. Tomamos y no mucho después ya estaba buscando un lugar donde vomitar. me cogió rápido y me elevó de una. La vomitada siempre es fuerte uno siente muchas nauseas pero a la vez vomita con gusto. Perdía la consciencia por momentos y despertaba de repente, allí acurrucado, en mitad de la noche fría, inmóvil porque no podía moverme. El cielo era morado con líneas como ondas. era bellísimo. Me sentía como al borde de algo, tenía ganas de abandonarme, dejarme ir y no cuidar ni siquiera de mi cuerpo. Siempre que tomo yagé me gusta estar solo, me alejo y me quedo en un rincón frente a algún árbol, hablando solo, entendiendo cosas. Poco a poco fui recuperando cada vez más la consciencia y así mismo la energía. Cuando tomo yagé me enamoro del mundo, de todos y todas. Suelo recordar a los hombres que han pasado por mi vida, a los que he amado, a los que todavía amo y me imagino diciéndoles tantas cosas, acercándome y diciéndoles que todo bien, que se dejen querer. Me dan tantas ganas de querer a la gente que está a mi alrededor, tenía tantas ganas de abrazar a mis amigos. Decirles que nos besemos más, que nos toquemos. Gritaba nombres de los querían que estuvieran allí junto a mí, inundando con mi voz el potrero. También me dieron muchas ganas de acercarme más a las mujeres. Todo este amor que siento por las personas es muy sexual pero a la vez va más allá de eso. Sí, me imagino orgías bonitas, besos, soy bello, todo es posible, todos dirían que sí.

En ese estado tendría la fuerza de hacer cualquier cosa, no hay barreras, no hay dudas, es tanta fuerza. Y entonces pienso en lo que viene en Bogotá y se me ocurren un montón de ideas, me imagino todo marchando, un montón de movimiento, de gente, de vida. Tomé una segunda vez y bailé en un potrero, cantando con toda. Luego la quietud y el mareo, el vomito, la liberación. Una chica, tal vez alucinando, les dijo a todos que me había visto subido en un árbol. Hubo una comisión preocupada que fue a ver como estaba. El taita me preguntó si me había subido a un árbol, yo comprobé dónde estaba sentado, y entonces le dije que no. Él me decía que me acercara más al grupo y yo le decía que no se preocupara que yo estaba re bien, que yo era como el loco amable al que nunca le pasaría nada malo. Me quedé solo entre un bosque de pinos y me quedé dormido. Luego fui a reunirme con los demás y me dormí junto al fuego. Fue amaneciendo poco a poco, con el yagé todavía en la cabeza. Subí a una pequeña montaña en total calma contento de haber visto todo lo que había visto, de haber sentido todo lo que sentí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario