esta es mi vida en bogotá, la ciudad de siempre

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miércoles, 23 de noviembre de 2011

el consulado español

                          

[Julio - Agosto 2011] En el internet del pueblo de Palomino en la Guajira, vi que no me había ganado la convocatoria de Bogotá tiene Talento y que tampoco mi solicitud había sido aceptada para Colfuturo. De 2000 egresados aceptaron 1000 y yo no estaba entre ellos. Hay tantos mejores que yo, pensé en ese momento. El viaje se terminaba. Necesitaba dinero para irme a España y el último recurso era pedir un préstamo al ICETEX, algo incómodo, una carga, pero mi padre me apoyaba. Tuve que empezar el proceso desde Santa Marta, acampé en Taganga con los artesanos y en el día me fui a hacer los papeleos y a hacer fila en el banco en pantaloneta. Pasé dos días en Minga, un paraíso de sierra y me regresé a Bogotá. Aprobaron el crédito y me dediqué entonces a conseguir los papeles para pedir la visa. Uno de las torturas por ser colombiano. Demostrar que eres una persona decente con dinero suficiente para que te dejen entrar en otro país. Afortunadamente mi papá es lo suficientemente decente para que me dejen entrar a otros países, lo certifica el banco, porque si fuera por mí simplemente no podría pedir una visa. Ya me había enterado de que pedir visa en el consulado de España era toda una hazaña, pero preferí pensar que la gente exageraba. Busque artículos al respecto y leí que la gente tenía que pasar la noche, acampar frente a la embajada, para poder pedir un turno al día siguiente. Sólo daban 200 y ya. ¿Cómo es posible que un consulado haga eso? Y claro, los colombianos no nos quedábamos atrás y ya había toda una mafia de venta de turnos que lo dificultaba todo aún más. El cónsul como si no le importara el asunto no respondía a los medios.  Fui al consulado y hablé con el portero quien me dijo que si quería un turno tenía que llegar a las 10 de la noche del día anterior. Me preguntaba cómo acampar frente al consulado y al otro día parecer una persona decente. Una amiga danesa me prestó su equipo de camping que se enrollaba todo en una maleta y me fui fumado a luchar por un turno. Cuando llegué no había nadie haciendo la fila sólo unos policías y una gente acampando en una esquina. Desde ese día la fila en camping estaba prohibida. Ese justo día el sistema había cambiado y nadie sabía qué iba a pasar. Me puse a hablar con la gente y había una chica que esa era la cuarta vez que iba a intentar conseguir un turno. Pensé que ese era el comienzo de un largo proceso, como una novela de Kafka, donde K intenta salir de Colombia.

Fue una experiencia muy interesante, entrar a ese mundo subterráneo, absurdo, de tramitadores e inmigrantes ilegales. Hubiera sido más divertido aún si mi futuro no estuviera tan comprometido en esa absurdidad. El portero me revisó los papeles y me dio un turno para que volviera a las 5 de la mañana, estuve tentado a quedarme más pero me fui a casa y regresé a esa hora. El trato era despectivo. Éramos muchos los que queríamos una visa. Preguntarse en ese momento por qué aguantábamos todo eso no ayudaba para nada. Nos pidieron que apagáramos los celulares, una persona luego recibió una llamada y un vigilante colombiano lo sacó de la fila y le quitó el turno, gritándole que si no hacía caso en Colombia mucho menos lo haría en España. Indignante. Ansioso y nervioso esperé mi turno. Una mujer me recibió, empezó a ver mis papeles y me dijo que la carta de la universidad no era suficientemente específica que volviera cuando la consiguiera, siguiente! Me quedé ahí parado, sin comprender, y al final tuve que irme a casa derrotado.  

Me enviaron la carta de la Universidad con las correcciones y regresé al consulado. Esta vez no tuve que trasnochar, sólo llegar a las 5 de la mañana y ahí si me recibieron los papeles. Me quité esa gran carga de encima, había hecho todo lo que dependía de mí y ahora sólo quedaba esperar. Dos semanas después timbraron al apartamento y un hombre en moto me entregó mi pasaporte con la visa española.

1 comentario:

  1. MI frase preferida "Me preguntaba cómo acampar frente al consulado y al otro día parecer una persona decente"

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